ads

Slider[Style1]

Style2

Style3[OneLeft]

Style3[OneRight]

Style4

Style5


“Cuánto más enriquecido, más campo habrá para el dar generoso” (2ª Co. 9:11 V. Phillips)


Dos cosas van con el territorio cristiano: gratitud y generosidad.

Considerémonos a nosotros mismos antes de nuestra conversión. Usted y yo no nacimos naturalmente agradecidos ni generosos. No era nuestra naturaleza inherente estimar o alabar a otros más que a nosotros mismos o realmente disfrutar dar a otros cosas de verdadero valor para nosotros. No éramos totalmente egoístas, pero tampoco éramos totalmente desprendidos tampoco.

Estábamos centrados sólo en nosotros mismos.


Pero luego nos convertimos. Convertirse quiere decir “dar vuelta e ir en la dirección opuesta.” Ahora que estamos dirigiéndonos en el camino opuesto, tenemos una nueva naturaleza.


Ahora que somos Cristo-céntricos, notamos que es fácil dar alabanza a Dios por Su bondad y misericordia a nosotros y alabar a otras personas por sus esfuerzos a nuestro favor.

Asimismo, notamos que es fácil dar cosas materiales. Ese dar comienza un ciclo de recibir que nos capacita para dar aún más. Mientras no “damos para recibir” (para nosotros mismos), damos para recibir más para dar.

Este versículo nos asegura que cuanto más estamos enriquecidos, más campo tendremos para la generosidad. La prosperidad cobra sentido cuando es motivada, no por el egoísmo, sino por un deseo sincero de bendecir a otros.

La regla básica es: “Dad, y será dado en retribución – y en abundancia – para que tenga más para dar la próxima vez.”

En este tiempo veremos surgir un ejercito de hijos de Dios dedicados y comprometidos con un gran ministerio de dar. Los Hijos del Rey se volverán sobresalientes por su generosidad. ¡Prosperidad sobreabundante y desbordante en tus caminos! amen... amen...

«
Next
Entrada más reciente
»
Previous
Entrada antigua

Top